viernes, 27 de agosto de 2010

La Casa

Titi

La Casa, si bien hogar, se parecía más bien a ilustraciones del DSM IV.
Trastornos de personalidad en cada piso, alto índice de intentos de suicidio con uno logrado y una gran cantidad de psicotrópicos recetadas.
Loco y todo, fue el lugar donde más atención recibí de los vecinos, todos con buena onda, nos sabíamos los nombres de todos, alguna que otra fecha de cumpleaños y a qué se dedicaba cada uno*. Si tocaban timbre abajo de casa ya sabía yo que no iban a encontrar casi nunca a nadie, ya que su inquilina era azafata.


Mariana, la chica que vivía donde alguna vez estuvo Marito, me tocó timbre algunas veces para que le prendiera el vestido, por ejemplo.

Éramos una gran familia. La familia Adams, claro.

Pero ella era la reina de la colmena, la abuela de todos y cada uno, atenta a los detalles, a cada fecha. Tenía todo eso que necesitás a horas desubicadas, o esas cosas que no vas a tener en tu casa.
Escalerita? Sí
Escalera alta? Sí
Lustradora? Sí

Vivía con Damián, un gato siamés más malo que el demonio, metido como pocos y caradura a más no poder. Si dejabas abierta la puerta de tu casa, entraba como si nada. Me parece que se creía el dueño del edificio. A veces se escapaba de su dueña y pululaba por las escaleras refregándose contra las paredes. Quizás fuera la reencarnación de un ex vecino...

Titi estaba un poco loca, no vamos a negarlo. No una loca de remate, no una loca mala ni una loca de decir pavadas, no. Estaba como desequilibrada, descalibrada como una balanza vieja.
A veces estaba feliz y me tiraba cartitas por debajo de la puerta con mensajes cargados de cariño. Otras tantas la escuchaba cuando salía de mi casa lamentándose; recuerdo una vez que tuve que llamar a un cerrajero porque se había caído al lado de la puerta y no podía levantarse para abrirla, ni pasarme la llave por debajo para abrirle yo;creo que había tomado varias pastillas (como otras tantas veces, según me contó).
No sé por qué los vecinos me hacían testigo de sus intentos de suicicio... Tendré cara de confiable, serán mis anteojos de psicóloga...
No sé qué habrá sido de su vida, después de mudarme nunca más la fui a visitar. A veces paso por el edificio y están todas las persianas siempre bajas de todos los departamentos, algo raro, no? No hay más plantas en los balcones, está como sin vida.

A veces llego a pensar que ya no vive nadie ahí. O que tal vez fue todo una irrealidad, algo que imaginé... O por ahí lograron todos juntos su cometido y emprendieron el viaje al más allá gracias a un suicidio masivo.




*Ok, era un edificio pequeño, pero de todas formas eso no se da siempre.




1 comentario:

Horacio dijo...

tití? y benedetto???