jueves, 24 de julio de 2008

Disco Retro


Siempre dicen cuán importante es la educación en esta sociedad... Yo estoy de acuerdo... Y aunque quizás no sea un tema para charlar así al pasar en un post, donde puede dar lugar a malos entendidos y exacerbaciones de espíritus , me pareció oportuno correr ese riesgo y traerlo hoy aquí.
No parece ser tema importante para muchos de los gobiernos que han desfilado por los manuales de historia; concepto trillado pero no por eso menos cierto, según el cual un pueblo ignorante es más fácil de dominar.

No está puesto el énfasis en enseñar a pensar, a analizar, a trabajar dignamente, a hacer valer los derechos sin perder de vista las obligaciones, a respetar y exigir ser respetados.
Muy por el contrario, se fomenta el desgano, la no sed de saber, la espera de una mano salvadora, el asistencialismo, el ñoquismo, clases sociales insulares que se excluyen mutuamente, la carencia de códigos y valores.
Pero por sobre todo, la falta de responsabilidad. Y no me refiero con esto a llegar tarde, a perder cosas, no. Hablo sobre el no pensar que somos responsables de nuestras vidas (dejo de lado algunas situaciones extremas, por supuesto) y de parte de la realidad que nos toca vivir, de las consecuencias de nuestras acciones y, muchas veces, de nuestros silencios.
La solución no va a venir desde afuera, es nuestro deber (y será nuestro orgullo) pensar como lograrlo, más que nada, pensar.

Yo por eso propongo:

Basta de paquetes de galletitas con "abre fácil"!!!!
O, en todo caso, que no coincida el cosito rojo con la solapita desde la cual se pega el tirón; o que al tirar se salga eso rojito y que el paquete quede sin abrir.
Basta de la ley del menor esfuerzo!!!!
Es común hoy en día encontrarte a mucha gente con un paquete en la mano que viene sin "abre fácil" al borde de un ataque de nervios, estúpidos, sudando exageradamente, con manos temblorosas, ojos inyectados y un hilo de saliva asomando por la comisura de los labios, sin saber qué se hace en esos casos.

Paquetes eran los de antes, che. Se abrían con los dientes desde un extremo, dependiendo de la deseperación y la hambruna, o se le propinaba un corte con cuchillo o cualquier elemento corto punzante para acceder al alimento.
Se pensaba, carajo!


Aclaración: a qué viene todo eso? A que me compré un paquete de Porteñitas intentando rememorar mis épocas de jardín de infantes y parece ser que ahora vienen con "abre fácil".
Ah, y un día hablaré de la forma correcta de comer las galletitas antes mencionadas.

martes, 22 de julio de 2008

El tiempo libre y yo


Vamos a comenzar haciendo algunos cálculos. Saquen calculadoras, porotos, ábacos o dedos.
Vivo lejos, muy lejos... Piensen que antes mi hogar quedaba a escasas seis cuadras del trabajo; hoy en día queda a hora quince aproximadamente, un día tranquilo, sin nieve, humo, neblina, lluvia de renacuajos o de corazones.

Como las veces que me quedo en lo de Rober viajo 45 minutos, podemos hacer un promedio de una hora por viaje. Esto sería, entonces, dos horas por día, trece por semana (le agrego unas tres horitas extra ya que no sólo voy del trabajo a mi casa y de mi casa al trabajo, como lo solicitó alguna vez el general), cincuenta y dos al mes.
No sigo porque sería algo interminable, sepan que sí saqué muchísimas cuentas, sólo que no las estoy reflejando en este pequeño escrito, tengo alta tendencia a colgarme con estas estadísticas... Calculando cuántos cigarrillos fumé en mi vida, el costo de los mismos, cuánto habré fumado al llegar a los 33; cuántas noches hubieron dormido juntos dos esposos al llegar a las bodas de plata o de oro; cuántas milanesas como al año; cuántas veces vi al encargado del edificio donde vive mi psicóloga, que dicho sea de paso han sido varias más que alguna que otra relación en mi vida.
Así y muchas cosas más que suelo ir pensando, justamente, mientras viajo en colectivo o cuando camino.

El tema es que todo el tiempo cuento algo, tiempo que me lleva pasar por cada vereda, cuántos segundos cruzar la calle, cuántos segundos luego de haber cruzado la misma pasa un auto; números de patentes, formo, además, con las letras de las patentes la palabra más corta posible, o sea, con el menor agregado de otras letras. También a veces juego a formar frases donde cada palabra es encabezada por cada letra, sea de la patente, o de alguna sigla cualquiera.
Y no me acuerdo a qué venía todo esto...
Ah... tal vez quería contarles que estoy podrida de mi trabajo actual! Viste cuando estás en ese estado en el cual estás rogando que te digan algo medio fuera de lugar, un pequeño maltratito, algo que te de el envión para decir, "Sabés qué? Yo me voy! Que la factura te la haga Magoya!!!".

lunes, 21 de julio de 2008

Casi todos iguales...


Mirá no sé qué te pasa... hace como tres días que no puedo comunicarme con vos.
El primer día me pareció raro... el segundo medio que me preocupé, y ya hoy no sé qué pensar...
Hoy te llamé a la mañana y nada, al mediodía como tres veces y este es mi quinto intento de la tarde... No aparecés, no atendés mis llamados, aunque sea querría escuchar tu voz.

Qué te pasa???

Sé que no me vas a llamar vos, nunca podés, nunca lo hiciste... Quiero dejarte un mensaje y no puedo, no sé qué más hacer, y ya me cansé de llamarte a cada rato...

Sabés qué me da bronca? Te llenabas la boca y llenabas mis oídos hablando de códigos. De "Nuestro código", como te gustaba nombrarlo, hoy parece que nada queda...
Qué pasó?? Te olvidaste de los códigos que teníamos?? Me equivoqué yo???
Nunca pensé que podías hacerme algo así...


Este fue un mensaje al maldito contestador del celular que no me deja escuchar mis correos de voz!!!!!
"El código ingresado no es correcto"... Bla, bla, bla...

jueves, 17 de julio de 2008

Edipo un poroto...


Sabía que esto podía pasar. Sabía, además, que nada iba poder hacer yo para evitarlo pese a cuánto lo deseara...

Mami, negri, corazón, bombón, chiqui, flaqui, gordi, no podés ser tan flor de hija de re mil... No podés ponerte sandalias un 16 de julio, no, por favor!!!!! Por las barbas de Matusalén!!!

Casi llego a pedirle a dios que mande un huracán, o un adelanto de la tormenta de Santa Rosa, algo para que esta inadaptada se moje los piecitos, bajen 15 grados y se enferme; o por qué no, que el castigo hubiera sido ahí mismo y se cayera en la vereda, o cruzando Las Heras... Pero sí o sí algo que fuera acompañado por dolor.
Incluso llegué a pensar en la posibilidad de arrancarme los ojos para nunca más tener que ver algo semejante, que me borraran la memoria o utilizaran cualquier mecanismo para arrancarme esa horrorosa imagen pegoteada en mis retinas.

Tal vez pueda sonar algo exagerada mi queja, pero realmente es un atropello a la razón y, sobre todo, a la vista...

Yo creo que tranquilamente podría ir por la calle educando gente sobre los temas más variados.
Por ejemplo, el celular mientras se camina. Una vez casi le quito de las manos el telefonito a una chica que iba escribiendo un mensaje de texto por el medio de la vereda al grito de, "ves??? como te lo saqué yo te lo puede sacar un amigo de lo ajeno!!!!". Pero me contuve. Yo no sabía si esa chica en sus ratos libre no practicaba patadas ninjas...

Por el mismo motivo nunca me atreví a pisarle a alguien los cordones desatados, o pegarle en la cabeza a una que se va depilando los bigotes y/ o cejas con una pincita en el colectivo; o propinarle un corroscón a una mami que lleva al bebe (sin acento, como se pronuncia ahora) a upa y sigue como si nada con el chango abierto ocupando todo; y por qué no, atropellar con clavado de stiletto en el talón incluído a esos que van caminando y de repente, sin titubear y sin avisos, clavan los frenos y se ponen a observar una vidriera; aleccionar también al colectivero maleducado mediante escupitajo en los ojos cuando no responde al saludo del pasajero, de la misma manera en que se lo merece también aquel tilinguito que sube y no dice ni hola. Deberian, en este último caso, autorizar e incluso alentar al chofer a hacerle una trabada a fin de que el/la sujeto en cuestión caiga y se baje los dientes con la máquina expendedora.

Ya va a llegar ese día... y van a ver...



Actualizo: encontré dos situaciones por las cuales gustosa y con el sentimiento de haber hecho lo correcto iría presa. Esos energúmenos que cuando le cebás un mate te lo revuelven con la bombilla, y encima te miran a los ojos como diciendo, "sí, te estoy haciendo mierda el mate, jeje, y lo estoy disfrutando tanto...". Y los otros desastres de la naturaleza que comen mientras chupan la bombilla, y te das cuenta porque se meten morfi, generalmente algo que pueda dejar residuos, toman el mate, y luego, sin volver a introducirse alimento siguen masticando... o sea, ese bolo alimenticio estuvo todo el tiempo en la boca!!!!!!!!
Les clavaría a todos éstos la bombilla en una parte dolorosa del cuerpo y luego, a través de la misma, les introduciría el agua caliente.

lunes, 14 de julio de 2008

Dormite o te rompo el alma...


Nacida en una pequeña ciudad del interior de la Provincia de Buenos Aires, criada en un barrio de esos donde en cada casa de la manzana hay un promedio de dos pibes o pibas de tu edad, que si en las escondidas te tocaba contar lo hacías hasta 180 mínimo; con tus papás que te dejaban durante la siesta, cuando ya rompías demasiado las pelotas, jugar sola en la vereda o irte en bici a la placita que quedaba cerca, agarrabas entonces la patineta o la aurorita para ser una bici voladora y salías con tu vecina de enfrente, esa con la que las cuentas se ajustaban a las piñas, con pérdidas importantes de cabellos pero sin rencores, ni peleas entre padres.

Una infancia feliz, podría decirse. Con libertad de acción plena, con árboles a disposición para treparse, con espacios de juego ilimitados.

Hasta cuándo?? Hasta que llegabas a la plaza de juegos y descubrías que tenías las piernas más largas que todas tus amiguitas, no necesariamente porque fueras alta, y en el subibaja no te despegabas más de 15 centímetros del suelo, o tenías que flexionar las rodillas.

Hoy en día sigue poniéndome muy feliz cuando estoy sentada en una silla o banco y los pies no me llegan al suelo. Como en el asiento alto de los bondis más nuevos.


Aclaración sobre alturas: en la adolescencia, todas estas amigas que cuando niñas eran pequeñas me llevaban media cabeza y dos talles de corpiño.

lunes, 7 de julio de 2008

1, 2, 3, 4... 105, 106... 1256, 1257...


A veces las cosas no pueden salir perfectas y el mundo confabula para que así suceda.
Y da una sensación fea, un sabor agridulce difícil de sacar por más cosas sabrosas que probemos para revertirlo, por más optimismo que le pongamos para ver la mitad del vaso lleno.

Como cuando hay algo importante, una fiesta, una salida, un lugar donden tenés que estar linda. Estás impecable, encontraste el vestido ese que parece decir tu nombre, tiene tus medidas y se ajusta a tu cuerpo de manera más que satisfactoria.
Demostró, además, ese producto para el cabello dañado que los milagros sí existen; cuestan muy caros pero sí, existen y lo vas a lucir esta noche.

Y se te corren las medias, las úncas que tenés...
Y aunque consigas en farmacity ya te jodió bastante el momento.
Yo no voy a muchas fiestas, la verdad. No por lo menos a esas que requieren de un vestido despampanante y un peinado de peluquería. Además como no uso medias de nylon por lo menos ese problema no lo tendría. Seguramente sí se me aflojaría el taco, mancharía el costado del vestidito al ponerme desodorante y quién sabe qué desgracia más.
Pero esto puede transportarse a miles de situaciones. A continuación ejemplifico una de ellas.
Tenés ganas de tomarte un fin de semana de descanso, unos días con la familia en tu ciudad natal.
Cuatro horas de colectivo, $43 (cuatro horas dije? jaja, qué ilusa soy a veces), alguna charla en viaje, una caricia, un rato de siesta... por suerte es coche cama, bah, semi cama, mini butaca, mínimio espacio. Si el de adelante reclina su asiento, en caso de querer conservar tus piernas, tenés que hacerlo también.

Entonces llegás, está calentito dentro del micro, te sentás, te relajás después de una semana intensa de laburo, arranca el viaje, vas a reclinar todo el asien...
Señor atrás del asiento de Roberto: uy, uy!! Pará, pará...
Roberto: eh?
Señor odiado: tengo el bolso.
Carolina con voz de buena: ahhh, y no lo puede poner en otro lado?
Señor encarnación del demonio: mmm, no. Arriba no entra... y en el pasillo va a molestar cuando alguien quiera bajar...
Carolina: ahhh, claro, es cierto. Así sólo lo molesta a él todo el viaje...
Roberto entregado: puede aprovechar en Liniers y lo pone abajo.
Señor no encarnación, sino el diablo mismo: nooo, abajo, no, me da no sé qué, llevo cosas importantes...

No haber aparecido en los diarios por matar a un hombre con una bufanda habla de mi gran autocontrol.

Después cuento el viaje de regreso.

miércoles, 2 de julio de 2008

Dejatedejoder...


Imaginemos que le están haciendo a alguien un cuestionario con la finalidad de promocionar, una vez finalizado el mismo, una entidad bancaria.

La pregunta número 23 Inc T vol II, (luego de haber pasado por todos los datos filiatorios, estudiantiles, electrodomesticales y de preferencias sexuales) hace hincapié en el por qué uno elige utilizar la red de cajeros automáticos.

Ximenita: es más rápido, no importa en qué banco tengo la cuenta... Fuera del horario bancario no hay otra opción, pero si voy dentro del horario ni paso por la caja, es un lío de gente. Directo al cajero autoático!! Jajajaj!!! Jajajaj!! Jijijiji!!!
Además, a veces el cajero humano que te toca es re lenteja... en la maquinola hacés pim, pum, pam y listo, a otra cosa mariposa.

Entonces, si dentro de las cosas que hacen que nos inclinemos (en gustos, claro está) hacia un cajero automático se encuentran la practicidad y celeridad, yo me pregunto (a los gritos), es coherente que cuando ingresás la tarjeta te tengas que comer el trailer de una película??????

Qué me importa a mí si se estrena el mega, super, archi film del siglo!!!!!

Dame mi plata, dame mi plata, arggggghhhh!!!!!!!!!!!!!!