Qué locura es a veces todo, qué injusto puede ser el mundo y qué idiotas nosotros al no darnos cuenta de lo que en verdad importa.
Hoy estoy en un trabajo que no me gusta, paso 7 horas haciendo algo que no es lo mío, que no me nutre, que no me hace crecer, sólo me mantiene adormecida gran parte del día de las cosas qué si interesan.
Pero bueno, me lo banco porque es un medio para un fin. Este trabajo me permite tener tiempo para hacer eso otro que sí amo y haría gratis toda mi vida. Cuán feliz sería si pudiera vivir de eso...
Pero todavía no, sé que llegará en algún momento, no aún.
Y sigo, remo, remo y remo más cuando la corriente se pone pesada. Hay días en los que creo que todo es al pedo... pero como yo soy "la optimista" no me permito bajar los brazos. Y sigo.
Vuelvo a dudar, me vienen ganas irrefrenable de fumar otra vez.
Me banco esas ganas, tomo fuerzas y sigo.
Me pongo feliz porque tengo ya 21 días de vacaciones. Pienso en la felicidad que eso me da y siento pena por mí... por tarada.
Más ganas de fumar.
Voy a actuar y me olvido de todo. Del cigarrillo, de la oficina, de las dietas, la ropa que hay que lavar. Soy feliz. No me importa no tener un fin de semana libre, pasarme la tarde del domingo encerrada en una sala ensayo, no recibir un mango. Es como un tiempo suspendido, no necesito nada más; es un poco como estar enamorada, no te das cuenta del paso del tiempo ni de nada.
Y me da energía para arrancar la semana, porque además sé que jueves y domingos tengo mi lugar, mi momento, el ensayo.
Después vuelvo a la realidad.
Quiero fumar.
Quiero agarrar mis cosas y cual Chavo del ocho con su palito y la bolsa en la punta irme lejos de la vecindad. El tema es que el pobre Rober se va a acalambrar si tiene que viajar en la bolsita... porque me lo llevaría, claro! A recorrer Latinoamérica. Lo pienso y me aparecen las mariposas en la panza.
Hace unos años lo íbamos a cumplir con una amiga pero bueno, por laburo no se pudo. Yo no tenía ningún tipo de inconveniente en largar todo, ella estaba laburando de algo que sí le gustaba y donde quería continuar. No me animé a irme sola.
Pienso que el tema no era el viaje en sí, tengo que recorrer Latinoamérica en mí, viajar dentro de mí. Pero en realidad yo lo que quiero es fumar.
No, me aguanto. Tanto esfuerzo... dos años casi han pasado desde que dejé el cigarrillo. Sería una pena volver ahora.
Me entero de niños que se enferman y me pongo triste; de gente buena que está sufriendo que no se lo merece ni un poco y se me astilla el alma. A veces, por suerte muy pocas veces, me pongo a pensar que cada vez pasan más cosas feas a gente cercana, como que al hacerse grande uno se arrima un poco a estas cosas. Abuelos que se van, padres que se van... Y me pongo mal. Y quiero fumar.
Gracias a la vida soy optimista. Y sigo.
Pero hoy no es un buen día, es un día de mierda. Quiero fumar.