martes, 28 de octubre de 2008

Lo pedís, lo tenés

Frente a la vidriera*...

Roberto: mmm, acá no venden

Carolina: y por qué no le preguntás al señor. Por ahí si tienen...
Digo, así no tenemos que seguir caminando y hacemos más rápido.

Roberto: no van a tener acá... cómo se te ocurre que van a vender eso acá??

Carolina:
pero no perdés nada si preguntás.

Roberto:
uff, no voy a preguntar, es al pedo.

Carolina:
por qué no?
Roberto: porque no.

Carolina:
y si tienen? qué? te da vergüenza?
Roberto: nooo, es ridículo entrar.

Carolina:
bueno (levantando hombro derecho en señal de "qué me importa"), pregunto yo entonces.
Roberto: dejá, si tenés tantas ganas, pregunto.


"Detrás de todo gran hombre, hay una mujer que lo hace dudar"

Roberto, pensador contemporáneo

* Esta conversación puede adaptarse a situaciones diversas, como por ejemplo, la búsqueda de una dirección; la consulta por un producto en el supermercado; el pedido al delivery; etc, etc, etc...

Ah, yo no soy terca, tengo razón.

martes, 21 de octubre de 2008

Fanatismos


Secretaria del Dr* XX (Estudio de abogados): los honorarios por el informe son de $700.
Alguien del otro lado: ahá
Secretaria: si quiere con factura serían $700 más IVA, si no, le hacemos un "recibito" nomás.

Qué fanático legalista el doctor, che!!!!!!




*Antes que nada le hubiese preguntado doctorado en qué hizo. Es tan común que apenas sacan un pie de la facultad de derecho y del práctico en tribunales se hagan llamar "doctores"...
Bah, tal vez no sepan que doctor es el que hace doctorado.

Yo tengo un hermano abogado que, increíblemente, es de los pocos que no les gusta que los llamen de esa manera hasta tanto no hagan la especialización en cuestión.

Dentro de mi rubro suele suceder que las señoritas quieran calzarse a toda costa ambo o guardapolvos, "pará loquita, hubieses estudiado medicina!!!. No necesitás un disfraz de médico para sentirte respetada, respaldada y avalada, carancho!!!!". A mi me da esa impresión; lo que sí es cierto es que si usas ambo o uniforme te olvidás del temita de la ropa.

viernes, 10 de octubre de 2008

Primeras salidas


Si bien éste es un tema ya tocado en otra oportunidad acá y en cientos de otros blogs, nunca estarán demás un par de aclaraciones al respecto.

En mi humilde opinión, y sin querer pecar de juanitamesétodo, considero fundamental atesorar un par de características que serán de extrema utilidad al momento de actuar en casi cualquier área de la vida, si no en todas.

Observación y cautela.

En el caso particular que nos compete el día de la fecha me referiré a estas dos virtudes ligadas a las primeras salidas con un fulano o fulana, donde con un ejemplo, tal vez, pueda entenderse más claramente la explicación.
Con la observación evitamos caer en falsas conclusiones, erróneos juicios y equívocas valoraciones de personalidad.
Con la cautela evitamos actuar conforme a esta des-observación.

Quizás, y como una gracia, el muchacho gritara en la primer cita, "ahhhhh, las que tienen hermanos más grandes son todas de vida fácil!!!", pero no utilizando justamente estas palabras; quién te dice que la señorita no sea la menor de ocho hermanos y se sienta severamente ofendida con tal afirmación...

Lo mismo podría suceder si una muchacha propusiera a su acompañante ir a jugar al metegol sin antes haber notado que le faltan los pulgares o tiene enyesada una mano.
Tampoco sería conveniente pactar una primera cita en un restaurante de comida étnica (mirar si no, "Mi novia Polly"), o en uno ubicado en la terraza de un edificio de 23 pisos cuando no sabés si la otra persona no estuvo dos años en tratamiento psiquiátrico a causa de una limitante claustrofobia y la o lo condenás a subir esos pisos por la escalera.
Ahora voy a contar el Caso de una Carolina.
Él pasa un día lunes a buscarla en auto por su hogar. Previo a esto, ella había estado esperando por ese llamado y esa invitación durante una semana. Semana con todos sus días, todas sus horas, minutos, condenas y reproches, "tal vez me mostré muy interesada en la fiesta...", el infaltable, "por qué carajo lo besé!!!!", y el concluyente "soy una tarada! Ni yo me llamaría".
Pero bueno, el señor en cuestión, que llamaremos Roberto, llamó, invitó y retiró producto en puerta.

Presentación del caso: mmm... está más o menos bien combinado, no está radicalmente mal vestido, pero... le falta algo. Igual no importa, se puede mejorar, potencial tiene...
Podríamos describir a esta Carolina como una chica muy linda y llamativa, formal, de buen vestir, moderna. Perfil Puerto Madero o Retiro, muy "Catalinas", ella. No caben dudas de su estilo.
Síntoma 1: Roberto pecó de des-observador.

Te parece apropiado, corazón, ofrecerle para la cena comprar unas empanadas en una rotisería y comerlas en el auto????
La palabra rotisería no deberá ser dicha jamás en una primer cita, de hecho, tal vez nunca. Tiene mal sonido, como costeleta, colitis, bibliorato o empotrado.
Es el mismo caso que si ella tiene onda más rea, medio hippie y anticapitalista, la quieras llevar a un multicubiertos top de Palermogólico.
Síntoma 2: A continuación un ejemplo extremo de lo que no se pregunta. Esta vez, en esa misma cita de las empanadas en la puerta de un albergue transitorio.
Roberto: che, gorda*, común o con hidro???

Carolina estupefacta.

Roberto: jaja, aprovechá que estamos antes del 15!!!

Ay, tontito, tontito.

Si no te alcanza para una habitación con hidro, no preguntes, vas directo a la común, que igual está perfecta. Vas a una sola cosa a un telo. Carajo!
Síntoma 3: Y si les digo que en la segunda salido le ofreció ir a su casa a ver una peli ya que... "aprovechemos que tengo un deco trucho y engancha HBO"???

Diagnóstico: pelmazo agudo. Recidivas.

Indicaciones: aléjese ya, Carolina.



* Sí, en la primera cita le decía gorda ya.
La autorización para publicar este caso me ha sido otorgada por esta chica en persona.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El beso del osito


Pese a estar vestida con un jardinero de jean, remerita gris con la estampa de Garfield y dos colitas decorando mis cabellos, era bastante grandecita.

15 primaveras tenía en ese entonces. Si hay algo que no fui es niña precoz.

Mi primer noviecito lo tuve a los 13 años; creo que lo más osado que hicimos fue darnos la mano mientras escuchábamos en la pileta del club al cual asistíamos un partido de Boca por la radio.
A los tres días, en medio de un recreo en el patio del colegio, él decidió que lo mejor era que siguiéramos siendo amigos, no podía "comprometerse" en una relación. Ahora lo pienso y grito a todo pulmón, "OBVIO NABO!!!! Quién se quiere comprometer a los 13 años??? Yo tampoco quería!!!!!".

Tampoco quise 12 años después cuando nos reencontramos y fuimos pseudo novios durante mes y medio, y ahí fui yo que le dije, "No va más".

A los 14 años me enamoré de un compañero de la escuela. Fue un amor adolescente, por ende, con mucho dolor. Él se sentaba delante mío y su mayor demostración de afecto era tirarme el pelo o cortármelo con una tijerita.
Lo más hot consistía en compartir chupetines.

Una noche, me preguntó en la matinee si quería ser su novia, yo le dije que sí, me temblaban tanto las piernas y las manos que aún hoy puedo sentirlo de sólo recordarlo...
Creo que no cabía en mí misma de tanta emoción.
Pero en sus arranques Carolina ya era medio contradictoria. Qué pasó????
Este Robertito en cuestión quiso darle un beso y Carolinita dio vuelta la cara.
Era muy boba...
Pero bueno, pasado ese bochorno, el enojo de él con su posterior abandono de mi persona, y un año y medio después, un 8 de octubre de 1996 tuvimos nuestro primer beso.
Vestida como describí al principio del post y con "Cachete, pechito y ombligo" de fondo en el boliche que ya no era matinee, experimenté mi primer beso.
Y fue uno de los mejores.
No como los de ese otro novio, que por supuesto muy poco duró, que de tanto que me metía la lengua me hacía dar arcadas...
Wacala!!

Descarga del día: hoy estaba en un centro de esos pagos fáciles donde hay una flechita que dice "haga la cola aquí" como a tres metros de la línea de cajas, cuando una vieja se me paró al lado en lugar de ponerse detrás. Y me di cuanta de cuán común es eso.
Y no era vieja como para cederle mi turno, de vieja sólo era su actitud de creerse impune y con prioridades.

No tan amablemente, mirándola con mis ojitos con rayos y dejándole mi lugar: pase primero, señora, si quiere...

Señora con cara de perro que volteó la olla: no, gracias, está bien.

Carolina medio turula: pasa que como la tenía acá pegada a mí, pensé que quería pasar primero.
Tal vez la señora mayor pensó que el "Haga la cola aquí" significaba no hacer fila, sino ponerse todos en esa misma línea, cual si fuera maratón...