lunes, 21 de diciembre de 2009

Si lo sabe, cante

Del por qué no hay que sentarse primero en la fila.

No te podés escapar. Básicamente esa es la razón principal y de la cual se desprenden otras cuantas que no implican irse del lugar literalmente aunque sí evadirse de la realidad para volverla menos dolorosa.

Esta regla puede aplicarse a los más diversos escenarios de la vida (escenario de la vida es en honor a Moria, claro está).

Si en el colegio te sentás en el primer banco no podés hablar con compañeros, dormirte, reirte como una hiena, fumar, ni copiarte, al menos sin correr grandes riesgos.

En la facultad estarás condenada a quedarte hasta el final del teórico si elegiste estar en primer plano; de la misma manera, no podrás intercambiar opiniones con tu amiga que está al lado sobre el profesor y / o compañeros. Qué decir si el profesor en cuestión es de los que tienen tendencia a escupir? Tendrás que bancarte estoicamente la poco agradable situación.

Anoche fui a ver a un amigo que hacía su muestra anual del taller de canto.

Ay, ay, ay... Nos sentamos primeros para poder verlo bien, poder alentarlo, que pueda vernos y sentirse acompañado.

Qué error cometimos.

Al tercer tema me empecé a marear un poco, según Roberto era un mecanismo de defensa, algo así como una pequeña muerte neuronal a fin de no tener que oír nada más.

Recuperada de este malestar y habituada al cantar de este grupo (algunos integrantes, por cierto, muy buenos) llegó él.

La verdad es que no pude evitar tentarme de la risa... juro que intenté por todos los medios que se notara lo menos posible; de hecho estuve a punto de que se me saltara un ojo de tanto retener el aire y la fuerza de la carcajada en cuestión.

Gracias a tanto esfuerzo y concentración no me reí, pero estar en primera fila hace que tengas que contenerte mucho más, y no se puede evitar que los demás vean el movimiento de hombros. Por algún lado tiene que salir la risa, así como a Susana por algún lado le sale el rollo...

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