lunes, 15 de noviembre de 2010

Alto ahí

Qué locura es a veces todo, qué injusto puede ser el mundo y qué idiotas nosotros al no darnos cuenta de lo que en verdad importa.
Hoy estoy en un trabajo que no me gusta, paso 7 horas haciendo algo que no es lo mío, que no me nutre, que no me hace crecer, sólo me mantiene adormecida gran parte del día de las cosas qué si interesan.
Pero bueno, me lo banco porque es un medio para un fin. Este trabajo me permite tener tiempo para hacer eso otro que sí amo y haría gratis toda mi vida. Cuán feliz sería si pudiera vivir de eso...
Pero todavía no, sé que llegará en algún momento, no aún.
Y sigo, remo, remo y remo más cuando la corriente se pone pesada. Hay días en los que creo que todo es al pedo... pero como yo soy "la optimista" no me permito bajar los brazos. Y sigo.
Vuelvo a dudar, me vienen ganas irrefrenable de fumar otra vez.
Me banco esas ganas, tomo fuerzas y sigo.
Me pongo feliz porque tengo ya 21 días de vacaciones. Pienso en la felicidad que eso me da y siento pena por mí... por tarada.
Más ganas de fumar.
Voy a actuar y me olvido de todo. Del cigarrillo, de la oficina, de las dietas, la ropa que hay que lavar. Soy feliz. No me importa no tener un fin de semana libre, pasarme la tarde del domingo encerrada en una sala ensayo, no recibir un mango. Es como un tiempo suspendido, no necesito nada más; es un poco como estar enamorada, no te das cuenta del paso del tiempo ni de nada.
Y me da energía para arrancar la semana, porque además sé que jueves y domingos tengo mi lugar, mi momento, el ensayo.
Después vuelvo a la realidad.
Quiero fumar.
Quiero agarrar mis cosas y cual Chavo del ocho con su palito y la bolsa en la punta irme lejos de la vecindad. El tema es que el pobre Rober se va a acalambrar si tiene que viajar en la bolsita... porque me lo llevaría, claro! A recorrer Latinoamérica. Lo pienso y me aparecen las mariposas en la panza.
Hace unos años lo íbamos a cumplir con una amiga pero bueno, por laburo no se pudo. Yo no tenía ningún tipo de inconveniente en largar todo, ella estaba laburando de algo que sí le gustaba y donde quería continuar. No me animé a irme sola.
Pienso que el tema no era el viaje en sí, tengo que recorrer Latinoamérica en mí, viajar dentro de mí. Pero en realidad yo lo que quiero es fumar.
No, me aguanto. Tanto esfuerzo... dos años casi han pasado desde que dejé el cigarrillo. Sería una pena volver ahora.
Me entero de niños que se enferman y me pongo triste; de gente buena que está sufriendo que no se lo merece ni un poco y se me astilla el alma. A veces, por suerte muy pocas veces, me pongo a pensar que cada vez pasan más cosas feas a gente cercana, como que al hacerse grande uno se arrima un poco a estas cosas. Abuelos que se van, padres que se van... Y me pongo mal. Y quiero fumar.
Gracias a la vida soy optimista. Y sigo.
Pero hoy no es un buen día, es un día de mierda. Quiero fumar.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ingredientes

En toda oficina de la administración pública -comúnmente denominados "estatales"- siempre hay:
Una mujer con chal. Siempre. Independientemente del clima, presencia o no de aire acondicionado, ventilador o abanico. El chal tendrá, preferentemente, alguna tonalidad beige y no aprueba ninguna competición de combinación de colores, Tim Gun se retuerce ahí en Home & Health.

Una mujer que toma el té con el saquito dentro de la taza. Una incomodidad total.

Dos jóvenes con caras de ligeritas, facilongas o llamando a las cosas por su nombre, con perdón de la expresión, putas.

Archívese. Y vuelva mañana que le falta presentar el formulario 3285/b-w5482137911¨¨¨¨ç.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El tarro de azafrán


Alguna vez probablemente les he mencionado ya mis problemas atencionales; no lo recuerdo bien y no me voy a poner a buscar en cada entrada, porque además soy vaga.
Puedo ver tele sin mirar realmente, lo mismo sucede con la radio y con cualquier cosa que involucre mis sentidos.
Así he logrado cosas maravillosas a lo largo de mi vida, la gran mayoría inútiles. Una de ellas es que tengo todo prendido, radio + tele + compu y no me molesta. La que sí fue de mucha ayuda es la capacidad de abstracción que deriva de mi déficit de atención. Recuerdo que cuando estaba en la facultad y tipeaba algún trabajo podía escribir lo que me dictaran a mi oído derecho mientras escuchaba el partido de fútbol por el otro oído. Y lo raro es que no tenía idea respecto de lo que me iban diciendo, la comprensión iba sólo a la radio.

Un efecto colateral a todo esto es que muchas de las noticias yo no me las entero. Tal vez las escuche pero no las procesa mi mente y pasan de largo, mi atención es como un colador con orificios gigantes. Tal es así que no sabía quién era el Pulpo Paul. Roberto cree que tengo un problema grave.
El viernes estaba mi mamá viendo el video de "Y Candela?", recién ahí me enteré quién era realmente, yo pensaba que esa chica era su novia...

Así como me pierdo estas pavadas, me pregunto cuántas cosas habrá que no sé...